Con este motivo, las federaciones, asociaciones y entidades estatales, miembros de la Campaña, y en Aragón CAVA (Confederación Asociaciones Vecinales Aragón) queremos centrar la atención en los efectos que produce la contaminación acústica en la vida de las personas, y la vulneración de sus derechos fundamentales a la salud, a la intimidad personal y familiar, y a la inviolabilidad del domicilio. Porque no estamos denunciando unas simples molestias o problemas menores, sino un grave problema de derechos fundamentales que afecta a millones de ciudadanos, por el día y por la noche. Así lo afirman las múltiples sentencias del Tribunal Constitucional y otros muchos tribunales desde hace veinte años.
Mientras que el problema es más grande cada día y afecta a más personas, a CAVA nos produce estupor la falta de sensibilidad de las Administraciones Públicas, y que además sean ellas mismas las que incumplen, y no hacen cumplir las leyes y ordenanzas municipales. Es muy urgente la protección de estos derechos partiendo del cumplimiento de las leyes, la asunción de sus responsabilidades por los Ayuntamientos, la toma de medidas efectivas, y el incremento de la concienciación ciudadana. Ya ha llegado la hora de actuar, basta de esconder el problema.
Es un hecho de todos conocido que la contaminación acústica perjudica gravemente la salud de las personas. La Organización Mundial de la Salud, la Agencia Europea de Medio Ambiente, el Instituto de Salud Carlos III, y una infinidad de prestigiosos organismos denuncian, desde hace años, estudios las consecuencias del ruido en la vida y salud de las personas, todas ellas graves a corto y a largo plazo.
El exceso de ruidos produce: ansiedad, estrés, irritación, cansancio, pérdida de memoria, cefaleas, problemas de concentración y de audición, problemas cardiovasculares, inmunológicos y metabólicos, enfermedades neurodegenerativas, obesidad, disminuye la reproducción de neuronas y la secreción de dopamina, genera insomnio crónico y somnolencia diurna, alteración de la conducta, depresión. El ruido es causa directa de muchas enfermedades y las agrava todas. Y cuando altera el sueño, funcionamos mal y nos rompemos.
CAVA queremos recordar a las mismas autoridades que hace pocos días que han decidido incrementar las medidas contra el tabaco, que actúen con la misma diligencia y contundencia contra el ruido, que es igual de nocivo o más que el tabaco.
También queremos denunciar desde CAVA que en las grandes ciudades de Aragón, las calles y plazas han sido convertidas en mercancía por los ayuntamientos, y los propios peatones y vecinos se quedan sin derechos, que son medio regalados a la especulación financiera, sin tenerles en cuenta y sin moderación ni proporción alguna.
El bienestar y el ruido se repelen mutuamente, y si no se puede dormir no se puede vivir, ninguna mejora urbana, de transporte, ecológica, de vida, sirve para nada.
Según la Sociedad Española del Sueño y la sociedad Aragonesa de Neurología, el 48 % de la población duerme mal, el 24 % duerme menos de las siete o nueve horas necesarias, y además en los últimos 18 años hemos perdido una hora de sueño diaria de media, cuando el sueño supone un tercio de nuestra vida. Durante el sueño descansan y se reponen nuestras células, tiramos y reorganizamos recuerdos, nos reconstruimos funcionalmente y cargamos las pilas.
En las tres capitales de Aragón el ruido se ha extendido en los últimos años como un fuego devastador de la vida de los ciudadanos, y del valor de sus viviendas, por nuevas zonas de ocio y de terrazas sobredimensionadas. En Huesca destaca el barrio de San Lorenzo, nuevas zonas de ocio y otros barrios. En Teruel en el casco histórico y el ensanche. En Zaragoza además del Casco Histórico y las once zonas saturadas sin revisar su ampliación en 25 años, el ruido se extiende a toda velocidad por zonas de León XIII, Plaza S. Francisco, Delicias, Torrero etc. Y como se ha instalado la costumbre de que al ocio le está permitido casi, casi todo, el incremento de la delincuencia en esas zonas camina de forma paralela.